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En el Desfile de Despedida

el 28 de octubre de 1938 — la Avenida del 14 de Abril, Barcelona, España

 

Camaradas de las Brigadas Internacionales: Id y contad en vuestros países cómo se lucha aquí por la dignidad de Europa». «Las fuerzas del aire no olvidarán jamás a sus camaradas de lucha, los hombres de las Brigadas Internacionales –ciudadanos del mundo–, defensores de los verdaderos ideales de paz y de justicia». «El Cuerpo de Seguridad será el más firme puntal de las libertades, que con vuestra sangre habéis defendido en España, hermanos Internacionales». «A los que vinieron a luchar en España por la libertad de todas las patrias». «A los que merecen ser sus hijos España no los despide, les abraza. Y con la victoria que conseguirá les ofrece una patria libre y una tierra generosa».

Ocupaban la tribuna Manuel Azaña, Juan Negrín, Diego Martínez Barrio, Luis Companys, Josep Tarradellas, José Díaz, Dolores Ibárruri ‘La Pasionaria’, Joan Comorera, el general Vicente Rojo y el general José Riquelme, comandante militar de la plaza.

Abrió el desfile una sección motorizada del servicio de carreteras, siguiendo una compañía de desembarco de la Armada, una compañía de Infantería de Marina, una compañía de Ametralladoras del servicio de defensa de costas, los profesores y alumnos de la Escuela Popular de Guerra y una compañía de Aviación.

A continuación desfilaron las gloriosas banderas de las divisiones que integran los ejércitos del Ebro, a las que seguían representaciones armadas de los mismos, combatientes que habían llegado de las trincheras para contribuir, con sus enseñas, al homenaje.

Acto seguido comenzó el desfile de las Brigadas Internacionales. A la cabeza iba el comisario Gallo y los tenientes coroneles Hans y Morando. Desfilaron por grupos de nacionalidades. Polacos, alemanes, ingleses, belgas, franceses, países americanos . . . 

Cada grupo llevaba al frente, tras los oficiales, unas grandes pancartas con títulos significativos: «España, ejemplo para todos los países amenazados por el fascismo». «Aquí o en nuestros países, siempre lucharemos por la libertad de todos los pueblos». «La victoria será el mejor monumento a nuestros muertos».

Los hombres de las Brigadas desfilaron ya sin armas, los brazos muertos y sin ritmo. Hombres fuertes, desfilaban con la tristeza reflejada en el semblante. Algunos con lágrimas en los ojos. Fueron estos los momentos más emocionantes, más angustiosos y a la vez más sublimes.

Tras las Brigadas, cerraban la marcha el cuerpo de abnegadas enfermeras extranjeras que han prestado sus servicios en los frentes y en los hospitales, y dos camiones en los que iban mutilados y heridos.

Después desfiló el batallón de la Guardia presidencial. En este momento, los altavoces indicaron que, por conveniencias de seguridad, se suspendía la continuación del desfile, recomendando una dispersión con calma.

 

 

Source: La Vanguardia, Sábado 29 de Octubre de 1938.